IDEARIO

En 1977, siendo Párroco de la Sagrada Familia don Laurentino Gómez  Montes,  empieza  su andadura  la  Escuela  Infantil  Sagrada  Familia cuya prioridad es conciliar la vida familiar y laboral atendiendo a los hijos de madres trabajadoras del barrio que por necesidad han de trabajar y no tienen con quien dejar a los niño, dado que  aún no es posible escolarizarlos debido su corta edad.

Nace pues la Escuela Infantil con la misión de atender a una población que necesita el apoyo de la mujer para sostenimiento del hogar.

Nuestro centro, como escuela diocesana, hace una opción por los

más desfavorecidos desde el punto de vista social y económico, y hoy quiere seguir manteniendo esta visión evangélica como preferencia, y debe mantenerse además, abierta  a las nuevas pobrezas de nuestra sociedad actual. Porque la Escuela Diocesana está llamada a mostrar una nueva concepción del hombre y del mundo, basada en el amor y en la caridad.

Hoy esto se refleja en nuestro centro abriendo las puertas a  la escolarización de aquellos que  lo solicitan y además lo necesitan, a menores desprotegidos y a familias desestructuradas.

Como centro diocesano, buscamos la educación de los alumnos desde una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo. Perseguimos la educación integral de la persona, y esta preocupación forma parte de la vida diaria del centro. Buscamos la calidad, entendiendo que ésta, desde nuestros valores cristianos, incluye adquirir destrezas y actitudes para llegar a ser un buen ciudadano y un fundamento sólido para un estilo de vida.

Tanto  en  la  comunidad  educativa,  como  en  los  alumnos  y también en las familias intentamos  que estos valores estén presentes en el día a día de nuestra labor educativa, como son:

Un centro abierto a todos. Que todo el que desee la educación que se imparte en nuestro centro pueda recibirla. Rechazamos cualquier discriminación en la admisión de alumnos por razón de clase social, política o religiosa. Siendo nuestra opción preferente la elección por los más necesitados.

Nuestro trato personal y directo con las familias queremos que sea algo más allá de lo puramente institucional. Hacerlas conocedoras y partícipes de las dinámicas del centro. Creando clima de convivencia entre familias -comunidad educativa.

Ingrediente imprescindible en toda educación, sobre todo en las edades de nuestros alumnos. Donde el afecto y la ternura cobran especial importancia.

A  la  persona  del  niño,  a  sus  padres  y  a  las características especiales de cada uno. Crecer en un ambiente de respeto favorece la convivencia entre todos los miembros de la comunidad educativa, ayudando a construir un futuro para la paz.

Aprendiendo  a  compartir  no  sólo  los  bienes materiales, sino también  las cualidades y las aptitudes que cada uno tiene y puede poner al servicio de los demás.

Fomentando   la   autonomía personal como expresión de autorrealización y de madurez. Configurando así la autoestima y la propia identidad.

En definitiva, apostamos por el desarrollo armónico de todas las dimensiones de la persona: educar niños felices porque su vida tiene sentido, para que el día de mañana sean personas con un proyecto de vida, personas capaces de hacer opciones libres y Justas.